Soy un
gran admirador de Charlie Munger, en especial su filosofía y habilidad para
usar una perspectiva “interdisciplinaria” ante los diferentes retos de la vida.
Aunque le gusta mantener un perfil mucho más bajo que a su media naranja
inversora, Warren Buffett, cuando habla suelta joyas que en lo personal trato
de interiorizar tanto como me sea posible.
El
ejemplo que traigo para este post es su visión sobre las políticas
Keynesianas, sacado de una entrevista que le hizo Becky Quick en mayo del 2012
y que pueden ver en YouTube. En su
opinión, la efectividad de las políticas Keynesianas varía dependiendo de la “virtud”
de los ciudadanos, y cito con mi traducción libre:
“La
razón por la que las políticas Keynesianas funcionaron tan bien, cuando
finalmente las adoptamos en preparación a la segunda guerra mundial, es porque
teníamos mucha virtud acumulada, de modo que las políticas Keynesianas
funcionaron perfectamente. A medida que
la virtud se deteriora, a medida que la gente busca el dinero fácil del
gobierno usando para ello el privilegio que le da los votos, en lugar de
buscarlo a través del trabajo, en esa medida las políticas Keynesianas dejarán
de funcionar”
Creo
que queda bastante claro lo que Munger llama “virtud” en este contexto, y de
manera muy acertada en mi opinión, expone que hay que discriminar a la hora de
aplicar políticas Keynesianas. No es lo mismo aplicar políticas Keynesianas, de
forma transitoria, en una “Economía virtuosa”, es decir, en una economía
acostumbrada a producir bienes y servicios valorados por la sociedad y que por
una coyuntura puntual no está funcionando como debería, que aplicarlos en una
economía subvencionada donde sus ciudadanos juegan al nefasto intercambio de
votos por dinero.
Dejo a
juicio de cada lector, si una política Keynesiana sería adecuada en cada uno de
sus países.
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